Zidane se movía con la gracilidad de un bailarín. Con deslumbrante maestría y sofisticación técnica, él orquestaba el juego con inspiración divina. Sus pases eran una obra de arte, como pinceladas magistrales https://zaynabibws725933.onzeblog.com/38662562/el-cabezazo-de-zidane-que-marcó-la-final-del-mundial